Pro-epílogo

Qué es el Sencoísmo y qué pretende

Este es el prólogo y el epílogo. Es un escueto resumen que busca definir en pocas palabras qué es y qué pretende el sencoísmo. Si no estás muy seguro de lo que tienes entre manos, puedes leerlo como prólogo. Te dará unas pinceladas de lo que en capítulos posteriores iré desarrollando más en profundidad. Y cuando hayas acabado de leerlo todo, es bastante posible que te venga bien un resumen con el que ordenar todas las ideas, porque siempre está bien repetir los conceptos clave para que uno se quede con ellos.
El sencoísmo nació como una religión. Mientras estuve enfermo, me di cuenta de la necesidad que tenía de una religión —de un dios más bien— y de lo poco que se adaptaban a mí las ya existentes. Me encontré en una situación tan extrema que lo único que me dio fuerzas para superarla con ánimo fue aferrarme a la creencia de que había un ser divino que todo lo puede y que ese ser estaba de mi parte. Más tarde, una vez recuperado, pensé que quizá la solución más sencilla al problema de necesitar un Dios, pero no creer en ninguno, era crear yo una nueva religión, una que pudiese ayudarme si alguna vez volvía a encontrarme en una situación semejante o que pudiese ayudar a personas que pasasen por lo mismo.
El sencoísmo consistiría en la «adoración» de la figura de Senco, la deidad. Somos perfectamente conscientes de que Senco es «solo» una idea, sí. Pero la ley, los gobiernos o los bancos, que son pilares básicos de nuestra civilización, también son «solo» ideas. Es la creencia de la gente en las ideas lo que dota a estas de poder, y si el suficiente número de personas cree en ellas, se hacen imparables.
Nuestra idea de un dios se convierte en un dios en el mismo momento de tenerla, y es tanto más poderosa cuanta más gente crea en ella. Creer en ella, en realidad, significa simplemente saber de su existencia, pues, simplemente con negar su existencia, esta idea se convierte en algo existente, y, por lo tanto, existe. Hay dioses que mueren al poco de nacer, olvidados incluso por los que les dieron a luz, y dioses que viven en el inconsciente colectivo de toda la humanidad y son poco menos que inmortales, a no ser que alguien extermine a nuestra especie.
Senco actúa como un banco: recibe nuestra energía cuando se la mandamos y nos la puede devolver en caso de necesidad. Para la oración sencoísta no es necesario hacer nada en particular, solo mandarle un pensamiento a Senco cada vez que hagamos algo que nos resulte agradable para que él pueda hacer acopio de la energía que se haya generado. Creo que el mejor ejemplo de algo que todo el mundo puede llegar a hacer y disfrutar es la masturbación; así, se podría considerar el onanismo como la forma oficial de orar. Es difícil masturbarse estando enfadado o triste. Puedes estarlo antes y puedes estarlo después, sí, pero generalmente el «durante» es un ratito en el que uno se dedica en exclusiva al disfrute, y por ello considero que es difícil encontrar una forma más pura de mandar energía positiva. Y para sacar esa energía acumulada, solo tienes que visualizar lo que quieres.
Continuando en esta tónica mística, intento contestar también a las preguntas trascendentales a las que se supone que una religión tendría que responder. Hablo de una tónica mística porque el tema en sí es bastante místico y porque, obviamente, no puedo dar ninguna certeza absoluta, solo mi opinión y el razonamiento por el que llego a ella. Creo que todo nuestro universo salió de una gran explosión de energía y que, al igual que todo estaba conectado antes de explotar, sigue estándolo a posteriori. Nuestra vida actual no es sino una fase en un camino hacia la reunificación. Creo que estamos en el mundo para aprender cosas, para adquirir experiencias, y que nos vamos reencarnando una y otra vez hasta que hemos adquirido las suficientes y podemos ascender a un nivel energético superior. Tengo las mismas certezas para decir esto que el resto de las religiones para prometer sus paraísos, pero, sinceramente, creo que esta teoría tiene bastante más sentido, y si no, al menos estoy seguro de que gracias a ella puedo disfrutar de una vida mucho más plena en esta vida material y tangible, que es la única que tenemos asegurada.
Esto enlazaría a su vez con mi visión de la magia. Pienso que la magia es la capacidad que tenemos los humanos de afectar a nuestro entorno con nuestra voluntad. Creo que tenemos la capacidad de cambiar las probabilidades de ciertos sucesos mediante nuestros pensamientos, aunque no es algo demostrable a día de hoy con la tecnología de la que disponemos. Si en física cuántica ya se ha demostrado que «el observador afecta a lo observado», en el mundo micro, ¿quién no nos dice que en unos años no se podrá demostrar algo similar en el mundo macro, que es el que más nos atañe a la mayoría?
Y esta sería la parte más mística, la que tiene que ver con la religión. La que necesita fe.
Pero el sencoísmo tiene más miga, ya que contiene también una parte de filosofía importante que está destinada a hablar de un modo de vida «ideal»; un modo de vida que te haría ser más feliz, ya que es esta felicidad en la que se basa toda la idea de mandar energía a Senco y el único fin con sentido para la vida. Aunque lo de las energías o las religiones no te convenza, es probable que lo que digo en las partes más filosóficas sí te parezca interesante. Esta parte nace de mi necesidad de hacer algo grande, y es mi forma de intentar que el mundo sea un lugar algo mejor.
El pilar fundamental de la filosofía sencoísta es la libertad total consciente. Este es el punto vital y más importante de todos. Calificar los actos de las personas de buenos o malos me parece una estupidez, dado que dependerá de las personas y sus circunstancias, y lo que para uno es bueno, para otro puede ser una cosa terrible. A esto hay que unirle que el bien no podría existir sin el mal, que no podríamos conocer que las cosas son buenas si no nos pasaran cosas malas. Por ello, la filosofía sencoísta busca que cada cual haga lo que le venga en gana.
Cada cual debe hacer lo que le apetezca, sí, pero con un matiz importante: tiene que ser consciente de por qué hace lo que hace. Me explico. No vale con decir «me voy a tomar un refresco» y abrir la lata. Cuando te venga el deseo de abrir la lata tienes que tomarte unos segundos para pensar. Darte cuenta de que acabas de ver a alguien bebiendo ese refresco, de que llevas viendo anuncios que dicen que ese refresco hace tu vida mucho mejor desde que eras un crío, recordar que sabes perfectamente que no es nada sano y que lleva vete tú a saber qué mierdas que prefieres que no entren en tu cuerpo… Y cuando hayas pensado en todas esas cosas, y en las que se te vayan ocurriendo, entonces, y solo entonces, serás al fin libre de tomarte tu refresco siendo perfectamente consciente de por qué lo haces.
Aunque lo del refresco puede parecer una tontería sin mucha relevancia, uso este ejemplo porque practicar la «libertad consciente» con las pequeñas cosas; aunque parezca innecesario o una pérdida de tiempo, hará que te sea mucho más sencillo y natural aplicarla cuando la decisión a tomar sea más complicada o importante como: ¿debo estudiar esta carrera? ¿Tengo que aceptar o continuar en este trabajo?
Dicho esto, aunque considero que el bien o el mal son conceptos difíciles de definir, y el sencoísmo predica que hagas lo que te dé la real gana, también invita a practicar diariamente el «egoísmo altruista». Esto consiste en hacer el bien no solo porque vas a hacer felices o vas a ayudar a otras personas, sino porque eres consciente de que eso te va a hacer sentir bien a ti mismo.
Así, la filosofía sencoísta busca un mundo en que las personas sean más conscientes de sí mismas y de los que les rodean, más empático y centrado en las personas y sus relaciones interpersonales que en lo material. Un mundo en el que la gente decide actuar en beneficio de los demás porque sabe y es consciente de que esto va en su propio beneficio y no solo en el de los demás, ya que, si los demás están bien, él estará mejor.
El sencoísmo pretende crear una red energética de gente. Dado que todo está interconectado, la idea es tejer una red humana en la que todos sean conscientes de estar y en la que todos aporten su energía a los demás. Esa red irá creciendo y siendo más poderosa con cada nueva persona que se una a ella, y cuanta más gente haya dentro, más fácilmente se unirán nuevas personas. De ahí la necesidad de un símbolo, el trébol de cuatro hojas, que no solo te permite identificarte como miembro de esa red, sino que además es un pago simbólico de energía a la red desde el primer momento, pues todo el tiempo que pases buscándolo sería como una ofrenda. Tu tiempo, tus minutos u horas, dedicados conscientemente a la red, a todos los que, como tú, están interconectados en ella.
Como puedes ver en este somero resumen, el sencoísmo enlaza lo mundano y lo místico de forma habitual en sus capítulos. En cada uno intento alternar las ideas más místicas con otras que son simplemente sentido común, de tal manera que todo el mundo pueda leerlo sin pensar, o eso espero, que soy un «abraza árboles demente».